Opinión

Sánchez: la esperanza y la coincidencia

Habrá quienes al leer el título de este escrito se sorprenderán, sin duda, por lo que aclaro de inmediato que mi análisis estará circunscrito a las lecciones y desafíos que podemos extraer de la reciente elección española y no a la realidad nacional.

Es más o menos evidente la asociación que existe, aún con las diferencias que plantea un régimen parlamentario, entre el PSOE y aquello que representó la Concertación y buena parte de la Nueva Mayoría. De hecho, fue el propio Pedro Sánchez que en su sorpresiva instalación en el gobierno se encargó de ser enfático en la recuperación de una identidad socialdemócrata y de rescatar la figura del ex Presidente Ricardo Lagos como modelo a seguir, cuestión que le valió las críticas de Podemos (el símil de nuestro Frente Amplio que, dicho sea de paso, perdió más de un millón y medio de votos, desdibujando por distintas razones una alternativa de izquierda que hasta hace poco parecía muy atractiva).

Creo que son tres las lecciones que debemos aprender de la elección española, que pueden ser una luz de esperanza para la reconstrucción de un sector que siendo otrora mayoría y habiendo encabezado los gobiernos más exitosos desde la recuperación de la democracia en Chile, no ha sido capaz de enarbolar un relato, levantar un liderazgo y construir identidad.

La primera es la consecuencia política. No hay que olvidar que Pedro Sánchez renunció en 2016 a la secretaría general del PSOE y a su escaño, por no compartir un eventual acuerdo con el PP para formar gobierno, que defendía la vieja guardia de ese partido. Ello le valió una larga travesía por el desierto, que revirtió más de un año después. Sánchez pago altos costos por ser consecuente políticamente, lo que le valió ganarse el respeto y la legitimidad de sus pares.

La segunda lección es la construcción y reafirmación de la propia identidad. Desde que asumiera la presidencia del gobierno en junio de 2018, Sánchez fue enfático en reafirmar y reconstruir la identidad del PSOE. Lejos de ceder a los cantos de sirena y la construcción de una alianza con Podemos, que significara el peligro de ser fagocitados por ese nuevo movimiento en ciernes, se dedicó a reconstruir el orgullo socialdemócrata, pero dotándolo de nuevo significado, en una justa apuesta por hacerse cargo de la identidad pasada, pero sobre todo, perspectiva y alternativa de futuro.

La tercera y probablemente más importante fue la renovación, elemento clave de la nueva etapa del gobierno español. Es cierto, ya en el pasado Rodríguez Zapatero lo había intentado, pero su efecto fue limitado o más bien cosmético. Lo que hay con Pedro Sánchez no es, por cierto, solo una renovación de rostros, sino que también generacional y de identidad.

Por cierto, el escenario español no está aún resuelto, porque el PSOE debe decidir si para construir gobierno pactará con Podemos o con Ciudadanos, es decir, si se inclinará por aliados de izquierda o de derecha, delineando con ello el derrotero y la posibilidad de asentar su propia identidad social demócrata para los próximos años. Cualquier semejanza con la realidad nacional, es solo mera coincidencia.

Contenido publicado en La Tercera.

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