La convocatoria al Consejo Nacional de Seguridad (Cosena) realizada por el Presidente Gabriel Boric constituye la primera vez desde su reforma en 2005 que se llama a esta instancia por temas estrictamente de orden público y criminalidad. Antes se hizo por conflictos con países vecinos, por catástrofe, y en 2019, el expresidente Piñera lo convocó tras el estallido social, bajo la tesis de un ataque orquestado desde el exterior.
Se critica al Cosena por su origen en la dictadura y por su carácter castrense centrado en la defensa. Para unos, convocarlo significa rememorar tiempos oscuros, y, para otros, un exceso, dado su acento en la participación de militares, tratándose de temas de orden público. Sin embargo, desde el 2005, el Cosena de la dictadura ya no existe. Si bien conserva su nombre, no puede autoconvocarse y hoy tiene otras funciones que están bajo la autoridad total del Presidente de la República como un organismo asesor, donde además de las Fuerzas Armadas y de Orden, participan todos los poderes del Estado más la Contraloría.
Las instituciones homólogas al Cosena en otros países, además de la defensa, también abordan temas de seguridad interior como el narcotráfico, crimen organizado, ciberseguridad, inteligencia, terrorismo, etc. En la actualidad, la defensa y la seguridad nacional son un sistema lleno de complejidades y conexiones entre las amenazas exteriores e internas. Un organismo de estas características e importancia no debería centrarse exclusivamente en la defensa militar y la soberanía, puesto que no respondería al mundo en que vivimos.
En este sentido, esta vez el gobierno ha cambiado el foco del Cosena, y con ciertas ventajas: primero, se generó un momento simbólicamente importante, donde todos los poderes del Estado se reunieron para enfrentar la más urgente preocupación nacional. En segundo lugar, se coordinan para asumir tareas que implican reformas que, si se trataran por separado, tardarían más aún. Y, en tercer lugar, a nivel operativo, las Fuerzas Armadas y Carabineros establecen parámetros para una mejor coordinación y se somete a opinión de los demás poderes del Estado; a nuestro juicio, es en este punto donde está la mayor pertinencia en la convocatoria.
En efecto, muchos dirigentes políticos imploran la presencia militar en las calles, pero sabemos que las Fuerzas Armadas no consideran conveniente realizar tareas que hace la policía. Es importante que esto se haya explicitado claramente en una instancia como el Cosena, para calmar la ansiedad por la militarización de la seguridad ciudadana. No obstante, las Fuerzas Armadas pueden colaborar realizando de manera más coordinada sus propias labores y así facilitar la intervención de la policía. Ello implica plantear adecuadamente la modificación a la ley de infraestructura crítica y las reglas del uso de la fuerza, para que la intervención de los militares no termine siendo inocua o un despropósito. Asimismo, se abordaron problemas de la inteligencia nacional y es el Cosena la mejor instancia para coordinar los esfuerzos institucionales para sacar adelante una reforma que es urgente.
El cambio de foco en el Consejo de Seguridad Nacional es necesario, pero debe ser parte de una transformación mayor en la manera de concebir los problemas de seguridad, avanzar hacia una mirada más sistémica y global, adecuada a los tiempos que vivimos y evitar caer tanto en prejuicios del pasado como en un populismo punitivo y militarista.
Por Daniel Grimaldi, director ejecutivo Fundación Chile 21