La crisis no amaina. En Chile, en las próximas semanas se puede copar la disponibilidad de ventiladores mecánicos. Lo peor que nos puede pasar es que a la crisis sanitaria se sumen nuevos estallidos sociales y una nueva crisis política. La llegada del Covid-19 congeló la revuelta social, pero las razones que la provocaron siguen presentes. Las heridas están abiertas. Los principales afectados por el modelo son también las principales víctimas de la pandemia. Una chispa puede incendiar la pradera. Hay que anticiparse a reacciones desesperadas.
No caben dudas que en la extrema emergencia hay que hacer causa común y ponerse detrás de la autoridad. Cualquier otra opción puede conducir al caos. Para ello, la autoridad tiene que optar por soluciones que la práctica y la experiencia propia y ajena indiquen como las más convenientes. La muy famosa cita de Deng Xiaoping no podría ser más de actualidad: “no importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones…”.
Una gran dificultad resulta del hecho que las medidas que se requieren están en las antípodas de las convicciones y preferencias de este gobierno. ¿Qué pueden aportar en las condiciones actuales el mercado, la competencia, las AFP, las Isapres? Es, por el contrario, la hora de los estados, de las intervenciones públicas masivas, de la redefinición de las reglas fiscales y monetarias para enfrentar la emergencia, cerrar cuanto se pueda la brecha de ingresos y salvaguardar el tejido productivo y los empleos. Lo que antes se podía presentar como convicciones constituyen hoy prejuicios que pueden costar muy caro.
Lo realista es hoy día prepararse para los escenarios más negativos y no pecar de imprevisión alegando luego sorpresa. La proyección que entregó el Banco Central de una caída entre 1,5 y 2,5% del PIB para este año es poco creíble. Frente a la incertidumbre reinante habría sido más razonable ampliar el espectro de variación y construir escenarios más contrastados.
La posibilidad de una recesión más profunda obliga a tomar las medidas para mitigarla. El paquete anunciado en su momento por el ministro Briones se ha quedado corto. En países como EE.UU., Alemania, Canadá o Australia los esfuerzos fiscales duplican y pueden incluso cuadruplicar el anunciado en Chile. Es preciso potenciar el sistema público de salud, financiar una renta básica para todos aquellos que viven en la informalidad y no podrán generar ingresos, fortalecer el fondo solidario del seguro de desempleo de manera que los trabajadores que pierdan sus empleos mantengan sus ingresos y las empresas puedan sobrevivir. Para ello hay que echar mano a todas las posibilidades de financiamiento, en especial a aquellas que dependen de nosotros mismos. El gobierno debe dejar de lado sus restricciones ideológicas. Algunos dicen que esto es como pedirle peras al olmo. Por el bien de Chile hay que pedírselas.
Contenido publicado en La Tercera.