El seguimiento de la política económica del gobierno deja en evidencia dos hechos principales: un divorcio creciente con la realidad al seguir insistiendo que la economía chilena crecerá en un 3% en el presente año y la percepción de que la política económica está siendo sustituida por la política comunicacional.
En efecto, mientras que el Presidente de la República sostenía el domingo 25 de agosto en entrevista en La Tercera que seguía aspirando a una tasa de crecimiento de 3%, la gran mayoría de los analistas está de acuerdo con que el techo para este año es un 2,5% y reduciéndose. En este contexto, el “plan de aceleración” anunciado el 26 de agosto recién pasado deja en evidencia que los anuncios no son más que intervenciones comunicacionales tendientes a generar un cambio en las expectativas negativas de los agentes económicos.
Lo más destacado del anuncio del Plan fue la presencia de 7 ministros pues las medidas anunciadas no generarán el esperado repunte ni tampoco lograrán revertir las expectativas negativas.
Lo primero que genera sospechas es que la presentación no hizo ningún balance del avance ni de los resultados del “paquete reactivador” del 6 de junio. Una política seria, tendría que haber señalado cómo avanzaba el esfuerzo por agilizar el proceso de aprobación de proyectos de obras concesionadas que se materializaría en el segundo semestre del presente año y en el 2020. Tampoco se informó sobre el avance en el adelanto de la identificación de proyectos en el 2020 para el segundo semestre 2019 ni de la aplicación de recursos adicionales de US$ 338 millones (pavimentos básicos y obras portuarias e hidraúlicas). Respecto de los 15000 nuevos subsidios por US$ 1000 millones para sectores medios y vulnerables y que apuntan a facilitar la adquisición de viviendas tampoco se ha informado sobre el número de otorgados efectivamente, ni cuántos se van a destinar a la compra de viviendas existentes (que poco efecto tienen en los niveles de actividad) ni cómo avanzan, los proyectos de construcción en que ellos serán utilizados. A esto se agrega que al enumerar las acciones reactivadoras, el sitio Web del ministerio de Hacienda incluye la depreciación instantánea a partir del 1 de octubre, en circunstancia que esa medida forma parte del proyecto de reforma tributaria que en el mejor de los casos se aprobará en el primer semestre del próximo año.
¿Qué incluye el nuevo paquete?
Si se quisiera caracterizar de manera general el plan, se debería decir que es de poca monta, US$ 600 millones, de los cuales US$ 355 millones se desembolsarían el 2019 y el resto el 2020. El nuevo paquete incluye nuevas medidas de fortalecimiento inversión MINVU (1) Llamado de 5.000 unidades de Subsidio de Fondo Solidario de Elección de Vivienda (DS 49) (2) Aumentar el valor del Subsidio del Programa de Protección al Patrimonio Familiar (PPPF) asociado al Programa Habitacional para Eficiencia Energética (3)Adelanto del pago de Subsidios 2019 (4) Adelanto de 88 Obras Urbanas para 2019. Por otra parte :(1)Nuevo Plan de Inversiones en el MOP: US$150 millones en nuevas obras para todas las regiones. (2) Aceleración en los Gobiernos Regionales: US$114 millones (3) Aceleración en el Ministerio de Salud: US$ 26 millones en 2019 (buena parte sería importanción de equipos que por tanto no contribuyen a la reactivación). (4) Proyectos de Riego- Ministerio de Agricultura: US$ 63 millones.
Sumados los recursos que involucran los planes de junio y agosto se llega a una suma de US$ 3000 millones lo que representa 1% del PIB. Para evaluar su impacto es necesario en primer lugar tomar en cuenta el tiempo que transcurre entre los anuncios y la implementación efectiva. Esto implica que las medidas no tendrán impacto significativo para este año. Por su parte, las medidas que se implementarán en el 2020 caerán prontamente en el olvido pues lo esencial del aporte de la política fiscal a la reactivación dependerá del Presupuesto del año 2020. En segundo lugar, la falta de información respecto de los proyectos específicos impide saber si la mayor inversión esperada no estaba ya presupuestada para este o el próximo año.
Más importante que lo anterior es determinar el posible impacto global en la desaceleración. En esto lo más relevante es la propia explicación del ministro de Hacienda quien señaló que no hay recursos fiscales adicionales. En efecto, recalcó su compromiso con el balance estructural y que en tal sentido se trata solo de una reorientación de recursos desde el gasto hacia la inversión. Ello implica por tanto que el mayor gasto en inversión tendrá como consecuencia un menor gasto corriente, lo que implica un mayor debilitamiento del consumo. Esto es complejo si se recuerda que los diferentes componentes del consumo muestran un crecimiento muy débil. El consumo de bienes durables cayó en -1,2 y -3,2% en el primer y segundo trimestre del presente año. El consumo de bienes no durables, por su parte, creció sólo 1,9 y 1,4% en los dos primeros trimestres de 2019.
Esto es lo que explica que pese al despliegue comunicacional que representó la aparición de 7 ministros para anunciar un “plan de aceleración” de menos de 600 millones de dólares a ser desembolsados este año y el próximo, las medidas fueron recibidas con frialdad y escepticismo incluso por los partidarios del gobierno que sostuvieron que en el mejor de los casos podría tener un impacto positivo en las expectativas. Sin embargo, es más probable que el impacto en las expectativas sea negativo porque se mantienen los objetivos de balance estructural y no hay gasto público adicional, lo que deja en evidencia la poca convicción del ministro respecto de lo que puede hacer la política fiscal en la reactivación.
Enfrentamos una creciente pérdida de credibilidad de la ciudadanía en la conducción económica. En la campaña presidencial, Piñera creó la expectativa que su sola llegada al Gobierno desataría el crecimiento por ser “pro empresa”.
Una vez que se terminó el impulso que la economía traía desde 2017, el gobierno destacaba el crecimiento del 4% en el 2018 negándose a ver que la desaceleración económica era fuerte. Luego en el primer semestre del 2019 cuando queda claro que el crecimiento alcanza apenas un 1,75% se empieza a sostener que en el segundo semestre todo será mejor. En suma las palabras y declaraciones sustituyeron una política económica eficaz. Ahora, un real esfuerzo reactivador del gobierno es sustituida por anuncios de planes que a todas luces no son tales y por tanto carecerán de un efecto relevante. La política comunicacional ha reemplazado así en este gobierno, la política económica.
Al presentar las últimas medidas, el ministro de Hacienda señaló que las inversiones incluidas, son necesarias para nuestro país y representarán una mejora en la capacidad productiva futura y, por lo tanto, en el crecimiento potencial. ¿Piensa en serio el ministro que este listado de pequeñas inversiones constituyen la respuesta a la caída de la capacidad productiva del país? Más bien, el ministro insiste en sustituir la política económica por la política comunicacional.