Columnas

Conducir el Estado y pacificar la política

Por Daniel Grimaldi

La conmemoración de los 50 años del Golpe ha dejado varias lecciones y deberes para el gobierno y la política en general. Hay un segundo tiempo simbólico-político que obliga a poner acentos en otros temas, recogiendo el resultado de la conmemoración que dejó luces y bastantes más sombras sobre el estado de nuestra democracia. Dos tareas aparecen prioritarias a nuestro juicio: conducir el Estado con mayor eficacia y pacificar la política.

La principal tarea de un gobierno es conducir el Estado, que tiene sus propios modos de funcionamiento relativamente independientes de la política partidaria y que necesita ser administrado con eficacia para no dañar su legitimidad social o el “valor público”. Esto no es evidente porque la tentación es fuerte en querer influir en las maneras de pensar de los ciudadanos para transformar la sociedad según un programa político; gobernar con los relatos, queriendo “administrar el sentido de las relaciones sociales”. Esto es legítimo y posible, sin duda, pero su probabilidad de realización es mucho más incierta que el alcanzar un buen funcionamiento de las instituciones. Los ciudadanos pueden perdonar errores discursivos y las correcciones de un relato político, pero las urnas no perdonan malos resultados en la gestión de las tareas del Estado. Es hora de poner énfasis en la gestión pública y dar buenas noticias a los ciudadanos, no tanto con proyectos de ley que se implementarán en un futuro lejano, sino con eficacia y resultados concretos de la buena administración estatal. Creo que el relato post conmemoración debiera sustentarse desde una práctica que revaloriza los resultados del Estado en la vida concreta de las personas: buena ejecución presupuestaria, seguridad ciudadana, prevención de riesgos y desastres para el verano, educación, salud, plan de inversiones en obras públicas, etc. En fin, qué más progresista que valorizar lo público con eficacia y excelencia.

En segundo lugar, si el relato de los 50 años no logró convencer a todo el espectro partidario, lo que dejó claro es que la política no estuvo a la altura de la importancia del momento histórico. Septiembre deja una sociedad política más polarizada y con una imagen más violenta frente a los ciudadanos. Nuestro estudio en Chile21 sobre percepción de violencia societal que lanzaremos este lunes 25, muestra que los políticos son percibidos como un grupo altamente violento y esto es principalmente por sus mensajes y formas de discutir sobre los problemas del país. Es urgente que el gobierno redoble sus esfuerzos en pacificar la política y controlar la tendencia a la polarización que estamos viviendo, la derecha pinochetista más radical no cederá sus odiosidades porque se alimentan de aquello, pero las fuerzas democráticas deben abrir un espacio al diálogo y la deliberación democrática, donde tenemos grandes déficits.

Daniel Grimaldi

Director Ejecutivo Fundación Chile21.