Opinión

Chile: una política exterior errónea

UN ESCENARIO PARTICULAR

América Latina y en particular América del Sur experimentan cambios políticos, económicos, sociales y culturales de envergadura. Estamos frente a un giro a la derecha política en el continente, y esto parece indicar un nuevo ciclo caracterizado por una política conservadora – restauradora. Así, lo están viviendo países como Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Paraguay, Ecuador y Chile. En este escenario, son pocos los países de la región que aún mantienen gobiernos que podríamos llamar progresistas o de izquierda, entre ellos, Uruguay, Bolivia, y Venezuela. Este último, la República Bolivariana de Venezuela con toda la atención de la opinión pública internacional, y regional, por su comportamiento político dictatorial y represivo por parte del gobierno de Nicolás Maduro.

Chile es un país inserto en la Globalización. Su política exterior en el ámbito económico-comercial ha estado orientada en estas casi tres décadas a concursar con sus recursos naturales en el mercado internacional, estableciendo una significativa cantidad de Tratados de Libre Comercio (TLC). Actualmente, es el principal promotor del Acuerdo de Asociación Trans Pacífico de Libre Comercio (TPP 11). Los cambios que observamos en el escenario internacional, y particularmente regional, ameritan que nuestro país y su política exterior se adecúen a estos nuevos paradigmas de una realidad diferente a la que estábamos habituados hasta hace algunos años. En este marco, se requiere de una política exterior que le dé una importancia profunda a la integración en América del Sur, preferentemente. La política exterior se ha convertido lentamente en el reflejo de la política interna, por lo cual ésta, debe ser parte del modelo de sociedad ala cual aspiramos tanto en lo inmediato,así como en el futuro cercano.

LA POLÍTICA EXTERIOR DEL GOBIERNO DE SEBASTIÁN PIÑERA

A un año de ejercicio gubernamental y tomando en cuenta este nuevo contexto mundial y regional, la política exterior del actual gobierno de Sebastián Piñera se ha alejado de lo que se denominó una Política de Estado en el ámbito de la política exterior. 

La Política Exterior de Chile había sido una política consensuada desde el retorno a la Democracia (1990 hasta 2017), por todas las fuerzas políticas de gobierno y oposición.

Sin embargo, en este terreno ha sido el presidente Piñera el que ha dirigido la política exterior dejando en un discreto segundo plano a la Cancillería y al ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero. Dando cuenta de este “cambio” de ciclo de los gobiernos de la región, el presidente Piñera intenta erigirse como una figura clave de la derecha conservadora del continente latinoamericano con su adhesión a la iniciativa de crear un nuevo organismo regional denominado “Para el Progreso de Sudamérica” (Prosur)en contraposición a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). En este contexto, es que debemos entender su incursión política mediática en la trágica crisis venezolana, y su reciente visita a la ciudad Cúcuta, en la frontera colombiana-venezolana. Este desempeño del presidente, tiene también el objetivo político de sacar rédito al interior de la política interna chilena con el tema de Venezuela, venezolanizando todo tipo de controversia con la oposición.

La política exterior actual está marcada por una profunda improvisación. A esto se suma, que durante del 2018, Chile no suscribió el Pacto de Escazú, pese a haber sido promovido por el país, y luego se restó a aprobar el Pacto Mundial sobre Migración. 

En el terreno, de las alianzas globales, el presidente Piñera ha tenido un acercamiento sustantivo a la administración de Donald Trump.Un adicional más: el gobierno de Chile ha sorprendido por su excesivo entusiasmo con la actual administración del gobierno brasileño del controvertido presidente, el ultraderechista, Jair Bolsonaro. Sin embargo, no fue el mismo entusiasmo el desplegado por la presencia chilena en la asunción del mando del presidente Andrés Manuel López Obrador, en diciembre pasado, en México.

COLOFÓN

Todo este escenario expuesto, está poniendo en serio riesgo la política multilateral y las instituciones internacionales, de la cual Chile históricamente, ha sido un férreo defensor. Más aún, con la irreflexiva postura pro Trump, el gobierno sitúa al país en una futura controversia con su principal socio económico-comercial, la República Popular de China.

Chile debe recuperar su papel de impulsor de la convergencia regional, confirmando su compromiso con una política de integración regional activa y vinculante. Chile debe valorizar positivamente la diversidad que caracteriza a América Latina, enfrentando efectivamente los nuevos desafíos de la política internacional, y aquellos que plantean nuestras relaciones vecinales, especialmente deteriorada con nuestros vecinos bolivianos.

Contenido publicado en Catalunyapress