Por Jaime Ensignia
Está Chile realmente inmerso en la ola de la ultraderecha que se expande por muchas naciones de América Latina y el Caribe. Es Chile una isla política, en donde la ultraderecha no tiene cabida, como, por ejemplo, en El Salvador, en Costa Rica, en Paraguay, en Ecuador y, en Argentina. Las recientes elecciones en Bolivia, no se podrían señalar cómo del orden ultraderechista, pero si, en el escenario de la centro derecha conservadora con su nuevo presidente, él cual puso fin a la hegemonía de los últimos 20 del Movimiento al Socialismo (MAS). Muchos, de los líderes de la extrema derecha de la región, esperan con esperanza, que Chile gire hacia la ultraderecha en el balotaje del próximo 14 de diciembre.
El escenario electoral de la primera vuelta presidencial y parlamentaria
La sociedad chilena fue convocada a ir a las urnas el pasado domingo 16 de noviembre para elegir la candidata o el candidato presidencial, que el 11 de marzo de 2026, se hará cargo de los destinos del país por los próximos 4 años. También se elegía el total de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado. En la contienda presidencial habrá segunda vuelta, puesto que ninguno ni ninguna de los 8 candidatos/as logró alcanzar el 50% mas 1 % de los votos escrutados. Veamos los datos: con un padrón electoral obligatorio de 15 millones, 779.102, habilitados para sufragar, votaron, 13 millones, 475.457, vale decir el 85,40% de los electores.
Observemos los resultados: Jeannette Jara, ex Ministra del Trabajo y Previsión Social del Gobierno G. Boric, militante del Partido Comunista, candidata del conglomerado progresista y de la izquierda “Unidad por Chile” con el apoyo del Partido Demócrata Cristiano (DC) se sitúa en el primer lugar, logrando el 26,85% de los sufragios. Por cierto, no es el resultado que se esperaba. Se vaticinaba más de un 30% para la candidata Jara. Por lo que algunos analistas hablan de un triunfo pírrico. El segundo lugar lo ocupa, José Antonio Kast, hijo de un emigrante militar nazi que se asentó en Chile luego de la II Guerra Mundial, ex diputado y figura máxima del Partido Ultraderechista Republicano, alcanza el 23,93% de los votos. El tercer lugar y, siendo una gran sorpresa, se ubica Franco Parisi, economista, del Partido de la Gente (PDG), con residencia en los EEUU, pero que se le permitió ser candidato presidencial, catalogado como un liderazgo del centro populista, alcanzando el 19,69%. En cuarto lugar, tenemos la votación sorpresa del candidato de la más extrema derecha, Johannes Kaiser del Partido Nacional Libertario, recibe el 13,9% de los votos. Y, en quinto lugar, siendo una catástrofe electoral, la candidata de la centro derecha, de los partidos tradicionales conservadores del pacto “Chile Vamos” Evelyn Matthei, economista, ex Senadora, ex ministra del gobierno de Sebastián Piñera, hija de integrante de la Junta Militar de Pinochet, logra el 12,48% de los electores. Una votación humillante para la derecha conservadora, como también para algunas ex figuras de la Concertación, de la ex DC, ex Partidos Socialistas, ex radicales y ex miembros del Partido por la Democracia, que por su anticomunismo señalaron no apoyar la candidatura Jara, optando por una candidata muy cercana al neo pinochetismo como Matthei. Los otros tres candidatos, Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés, lograron juntos un 3,06%.
Una vez, terminados los recuentos, los partidos del conglomerado del centro conservador “Chile Vamos” y, el Partido Nacional Libertario, con sus líderes, Kaiser y Matthei se acercaron al comando de J.A. Kast ha manifestarles su apoyo irrestricto para el balotaje. El objetivo central es derrotar a la candidata comunista de los partidos progresista y de la DC y terminar con este gobierno de G. Boric, “tan nefasto y decadente” según su mensaje y, opinión política. Nada nuevo, tanto en Chile, como en otras experiencias políticas europeas y latinoamericanas, en que la centro derecha, al ser derrotada por la ultraderecha, termina apoyando a sus derroteros y, posteriormente son fagocitados por la ultraderecha. Habría que añadir, que las encuestas y los sondeos de opinión sobre posibles resultados electorales, colapsaron con sus fallidos pronósticos. Falta de rigurosidad y poco personal especializado en éstas áreas de opinión pública electoral.
Los resultados de las parlamentarias no le dieron un triunfo avasallador a la derecha y extrema derecha, como lo esperaban para lograr los 4/7 y, de ese modo tener el control absoluto de las dos cámaras del parlamento. En el Senado, la derecha y la ultraderecha suman 25 senadores, la izquierda y la DC junto a tres senadores independientes cercanos al bloque progresista, también suman 50 senadores Por cuanto en un Senado de 50 senadores, las fuerzas políticas del oficialismo y la oposición están empatados y nadie logra los 4/7 necesarios para reformar la Constitución. En la cámara de diputados, la derecha y la ultraderecha tienen una mayoría importante, obteniendo 90 de los 155 escaños, que les permite tener los 4/7, pero para llevar a cabo sus proyectos deberán depender de los 13 diputados del PDG. Gran debacle para el oficialismo en la cámara de diputados, no así en el Senado. Más de 15 partidos políticos se disuelven por Ley al no alcanzar el 5% de los votos o bien 4 diputados elegidos.
El balotaje del 14 de diciembre
Análisis al respecto, de cómo se dirimirá la gran contienda electoral hay y habrá muchos en estas 4 semanas que faltan para el balotaje. ¿Se impondrá la ola parda en el balotaje?, en donde, supuestamente el candidato de la ultraderecha neo nazi, Kast matemáticamente tiene sobre 51% de los votos, contra un aproximado 33% de la candidata Jara. Según algunos expertos y especialistas esta segunda vuelta es una nueva elección y puede haber sorpresas. ¿Quizás podría funcionar el llamado “cordón sanitario” para impedir el triunfo de la ola parda de Kast? Podría ser que la propaganda anticomunista de la ultraderecha en esta ocasión, no de más rédito y, los bots y la fake news no tengan el efecto esperado por el comando de Kast.
Al margen de éstas consideraciones, lo que, sí deberá quedar en claro para el progresismo y la centro izquierda, es que, se gane o se pierda con la candidata Jara, existe una realidad política imperiosa de realizar un profundo análisis de la sociedad chilena de este siglo XXI, que no es igual y muy diferente a la que está y estaba habituada este sector político. Sin un cambio de paradigmas y de un relacionamiento político y social diferente, esta izquierda y este progresismo navegará en las aguas turbulentas de la insignificancia.