El contexto macroeconómico.
La presentación del proyecto de presupuesto nacional para el 2020 tiene lugar en un contexto internacional caracterizado por expectativas a la baja del crecimiento económico internacional, un conflicto comercial chino – estadounidense cuya vía de resolución no termina de aclararse, una situación política crecientemente conflictiva en Estados Unidos y Gran Bretaña, un relativo agudizamiento de los conflictos geopolíticos mundiales y una América Latina con problemas políticos y económicos serios.
El entorno macroeconómico por su parte, se caracteriza por una recuperación del IMACEC en los dos últimos dos meses paralelo a una caída de las expectativas respecto de la tasa de crecimiento en los años 2019 y 2020 y a una persistencia del pesimismo respecto del desarrollo futuro de la economía.
En efecto, como se observa en el cuadro número 1, en los meses de julio y agosto el IMACEC muestra una fuerte recuperación al alcanzar un 3,2% y un 3,7% respectivamente. Mientras que en el caso de julio, el mes presentó 2 días hábiles más que en el mismo mes del año anterior, en agosto la cifra positiva se alcanza aún cuando dicho mes presentó un día hábil menos que en 2018. La principal pregunta que debería comenzar a resolverse con el IMACEC de septiembre es si esta recuperación se sostendrá en lo que queda del año o si por el contrario se volverá a cifras más parecidas al del primer semestre. La fuerte reducción de la tasa de interés decidida por el Banco Central puede ayudar a que el IMACEC de los próximos meses (en particular el de septiembre) sea similar al de julio, con lo que se llegaría a un crecimiento del PIB de 2,5% en el presente año. La tarea es sin embargo difícil pues como se observa en el mismo cuadro indicado, el promedio de crecimiento en los primeros 8 meses del año alcanza sólo un 2,2%. Del mismo modo, como se observa en el cuadro 2, las expectativas respecto del crecimiento anual del presente año y del 2020 han venido cayendo sistemáticamente. Mientras que en enero las expectativas de crecimiento para los años 2019 y 2020 eran de 3,6 y 3,5% respectivamente, en septiembre dichas expectativas han caído a 2,5 y 3,1%.
Gráfico número 1.
Fuente: Banco Central
Esta evolución es coherente con la caída persistente de las expectativas de los agentes económicos que se observa en el gráfico 1. Tómese en consideración que bajo 50% es terreno pesimista. Esto es lo que explica el que el Presidente de la República se haya reunido el pasado martes 1 de octubre con las cúpulas empresariales.
El Proyecto de Presupuesto para el 2020.
Al cierre de la elaboración de este artículo, no se conocía todavía los detalles del Presupuesto que el ministro de Hacienda y el director de Presupuesto darían a conocer al Congreso Nacional. No obstante ya se conoce que el proyecto de presupuesto para el 2020 contempla un crecimiento del Gasto total del Gobierno Central de 3% (comparado con lo contemplado en la ley de Presupuesto del 2019) que incluye un crecimiento del gasto corriente de 2,9% y de 6,8% del gasto de capital. Con ello el déficit efectivo alcanzará un 2% del PIB mientras que el déficit estructural caería a 1,4%.
a el discurso que realizó el Presidente de la República para dar a conocer los principales lineamientos del Presupuesto el 26 de septiembre dejó en evidencia una profunda incoherencia. La alocución se inició llamando la atención sobre los grandes desafíos que enfrenta el país y la humanidad, el cambio climático y el calentamiento global; el debilitamiento de la economía mundial; la guerra comercial y tarifaria entre los Estados Unidos y China para sin solución de continuidad presentar el presupuesto indicado, que no muestra iniciativas relevantes que representaran una señal de que se hace cargo de esas dificultades. El gasto total crecería a una tasa similar a lo que se espera que crezca la economía el próximo año, y en tal sentido no cabe esperar impulsos reactivadores significativos. Ello reafirmará las expectativas pesimistas del empresariado. Más auspiciosa resulta la tasa de crecimiento de la inversión pública. No obstante, y más allá de su peso relativo pequeño respecto del gasto corriente, la cifra de inversión no parece ser resultado de una estrategia de crecimiento pues no aparecen en el horizonte ni proyectos que señalicen que se abordan decididamente los problemas estructurales del país; tampoco los desafíos a que aludía el Presidente en su discurso. La falta de prioridad y de una estrategia para la inversión pública se expresa además en que en lo que va del año (enero – agosto) el gasto de capital creció en sólo 0,3%. En todo caso cabe señalar que los ministerios que presentan mayores aumentos son de Deportes (9,5%); Medioambiente (8%); Obras Públicas (7,1%) y Economía (6,5%)
La “Agenda de Reimpulso Económico”.
Poco antes de la presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto para el año 2020, el ministro de Economía lanzó la llamada “Agenda de Reimpulso Económico” con el objetivo de acelerar el ritmo de crecimiento, devolver la capacidad de crecer sostenidamente que incluye una “amplia batería de medidas en el ámbito microeconómico” para crear un ambiente más propicio para invertir y emprender. Tres son los ejes fundamentales: (1) Combate a la burocracia y simplificación de trámites; (2) Mayor competencia y (3) Impulso a la innovación. De las 40 medidas incluidas 11 de ellas requieren cambios legislativos (Ley pro inversión, pro productividad, firma electrónica avanzada, liberación de ventas farmacéuticas, ley de cabotaje y portabilidad financiera (https://www.economia.gob.cl/2019/09/26/ministerio-de-economia-lanza-la-agenda-de-reimpulso-economico-que-busca-acelerar-el-ritmo-de-crecimiento-generar-mas-empleos-y-mejorar-la-calidad-de-vida-de-los-chilenos.htm)
Se trata de una agenda muy similar a la que el mismo ministro Fontaine presentó en el gobierno anterior de Piñera poco antes de salir. Se trata de una batería de medidas que más que una agenda especial constituye una guía de tareas habituales del ministerio. La desburocratización, la eliminación de trámites, el fortalecimiento de la competencia y la digitalización del Estado son todas tareas permanentes que requieren tiempo para madurar y por ello tendrán poco efecto reactivador. Desde un punto de vista de largo plazo no constituyen tampoco iniciativa alguna que apunte a impulsar nuevas actividades productivas, ni un salto relevante en obras de infraestructura, tampoco un esfuerzo especial en promover la innovación para avanzar en nuestra competitividad internacional.
Contenido publicado en La Mirada Semanal.