Columnas

Maduro y la tragedia venezolana

Jaime Ensignia

Director del Área Internacional de la Fundación Chile 21.

Una historia reciente

El populismo chavista no nació de la nada. Venezuela en los años ochenta y noventa del pasado siglo era una nación extremadamente rica gracias a la extracción del Petróleo, simultáneamente exageradamente desigual, con importantes bolsones de pobreza y extrema pobreza y un pequeño sector social que se aprovechaba de esa riqueza petrolera. La clase política que gobernaba era parte de ese usufructuó económico. Los partidos, como Acción Democrática (AD), de orientación socialdemócrata y el Comité de Organización Político Electoral (COPEI) de orientación demócrata y social cristiana, se había repartido las gestiones de gobiernos en las tres últimas décadas del siglo XX.  Hugo Chávez gobierna Venezuela de 1999 al 2013, fecha de su fallecimiento. Con él se instituye lo que se ha denominado el chavismo como corriente política en dicho país y su tan mentado: el “socialismo del siglo XXI”. Su sucesor, Nicolás Maduro ha sido elegido en dos ocasiones presidente de Venezuela, (2013-2019; 2019-2025). El chavismo ha estado 25 años ininterrumpidamente en el poder en esa nación. Pocos gobiernos democráticos, regímenes autocráticos o bien dictaduras han permanecido tantos años en el poder. Tan solo el ejemplo de Stalin lo supera con sus 29 años de dictadura de hierro. El autócrata Maduro, de hacerse de un nuevo período de gobierno de 5 años más, superaría al dictador ruso.

 

El fraude electoral del régimen de Maduro: una noticia en desarrollo

El día de la elección, 28 de julio, amaneció normal con un tránsito relativamente pacifico en el que hacer electoral de una jornada trascendental para el futuro de la nación venezolana. Pero, luego de cerrar las mesas y de muchas horas de espera para conocer los resultados, la ciudadanía venezolana que había asistido a sufragar como la comunidad internacional muy atenta al recuento de las actas electorales observan impávidamente el comunicado del Consejo Nacional Electoral (CNE) a través de su vocero, Elvis Amoroso, dando a conocer el triunfo del autócrata N. Maduro por cerca de 6 puntos de diferencia de su contrincante, Edmundo González Urrutia, 51,2% para Maduro y 44,2% para González. Un verdadero zarpazo a la voluntad de pueblo. La oposición con su candidato, González y de quién es la arquitecta de esta alternativa opositora, María Corina Machado comunican en la mañana del día 29 de julio que el ganador, con el recuento de cerca del 80% de las actas, era Edmundo González con un 70% contra un 30% de Maduro. Desde ese día hasta hoy, que estamos escribiendo este Informe, se inicia la larga marcha para validar esta elección sea para un u otro candidato.

Desde el primer momento, en que el CNE da a conocer el fraudulento “triunfo” de Maduro, jefes de Estado, como el presidente chileno G. Boric cuestionan y dudan de estos resultados. Diversos países latinoamericanos, naciones de la Unión Europea (UE), organismos internacionales como el prestigioso Centro Carter y otros han ido dando a conocer el recuento de las actas y señalan al candidato opositor como el verdadero triunfador de estas elecciones presidenciales en Venezuela. En este sentido, la reacción internacional no se ha quedado atrás en la denuncia del fraude electoral madurista y le exige al CNE el recuento real de las actas del 28 de julio.

A nivel latinoamericano, la mayoría de las naciones con gobiernos de centro derecha, como Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Honduras han reconocido al candidato opositor como el ganador de estas elecciones, así como también los EEUU. Los países de la región que han reconocido el triunfo de Maduro son Bolivia, Nicaragua, Honduras y Cuba, más allá de naciones como Rusia, China e Irán. Brasil, Colombia y México que mantienen hasta el momento unas interlocuciones con el régimen de Maduro han señalado que deben conocerse los resultados con la lectura de las actas electorales. Maduro ha respondido violentamente contra aquellos países que no han reconocido su elección, rompiendo relaciones diplomáticas con Argentina, Perú, Uruguay, Panamá, Costa Rica, República Dominicana y con Chile.

 

Compleja situación y oscuro camino de salida

A nivel nacional, marchas y masivas demostraciones, sobre todo del arco opositor han sido convocadas ininterrumpidamente en estas semanas repudiando y denunciando el fraude electoral. El régimen ha respondido con brutal represión contra los manifestantes. Según el informe de una Misión de Naciones Unidas, se han registrado 23 muertos, la mayoría jóvenes y más de 1.260 detenidos, sin procesos, aislados de sus familiares y sin defensa judicial. Se denuncia que las casas de los opositores, sobre todo en barrios pobres y marginales, están siendo tiznadas con una X por los comandos paramilitares del madurismo.

Expertos y analistas internacionales no ven muchas posibilidades de que Maduro de un paso al costado y deje que se escruten cuidadosamente las actas electorales. Para el régimen hay mucho en juego y, mientras las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) siga leal a Maduro como así las otras instituciones del Estado, se ven escasas posibilidades de una apertura política.

Frente a esta tragedia venezolana producida por el autócrata Maduro, es que la izquierda y el progresismo latinoamericano y europeo ha debido tomar posición frente al chavismo. 1) Por un lado, avalar el régimen chavista que ha violado permanentemente los DDHH, que ha perseguido y persigue a referentes políticos opositores, que ha enviado al exilio a una gran cantidad de políticos, intelectuales y profesionales y que es el responsable de la diáspora de más de 7 millones de venezolanos, venezolanas y niños. 2) O bien, distanciarse totalmente de este régimen y exigir la democratización de la sociedad venezolana, de la política, de sus instituciones del Estado y, el respeto de la voluntad popular, cuándo, ésta es convocada a sufragar, como es el caso que hemos analizado.