Opinión

Cabalgamos, Sancho

Aunque la famosa frase atribuida a don Quijote no aparece en el libro de Cervantes, lo cierto es que resulta más precisa que nunca para describir los avances de la oposición para construir mínimos comunes que le permitan ejercer con eficacia el rol que le corresponde.

Pese a los problemas que ha planteado a la izquierda la dictadura de Maduro, la oposición ha logrado constituir el foro de política exterior que ha representado una importante instancia para contribuir a un desenlace político y no militar de la crisis venezolana. Ha sido importante también para atenuar el fuerte signo ideológico que se le ha impreso a Prosur. Más allá de la anécdota y pese a las diferencias, la oposición logró mantener el control de ambas cámaras en el Congreso. Es por ello que frente a dicha victoria, oficialistas y “opinólogos” interesados han reaccionado con epítetos intentando caracterizar el condicionamiento establecido por el Frente Amplio (FA) como “vil chantaje”, o la buena disposición para conversar de la Democracia Cristiana como una actitud impropia de un partido, pues presuntamente implicaría subordinación ante el FA. En este contexto, el que los presidentes de ambas cámaras hayan coincidido en la necesidad de hacer un gesto político no asistiendo al almuerzo con Bolsonaro, es una señal positiva adicional. Irritados por estos acontecimientos los críticos se apresuran a anunciar el funeral de la oposición.

Dos eventos afirman la incorrección de este pronóstico. El primero, la reafirmación por parte de la Junta Nacional de la DC que se priorizará la coordinación con la oposición y que forma parte de ella sin ambigüedades. La segunda, la invitación por parte del Presidente de la República a las directivas de los diferentes partidos de la oposición a una reunión privada y con agenda abierta. Sería una gran victoria de la oposición lograr un acuerdo para conversar conjuntamente con el primer mandatario.

El oficialismo ha querido sostener que la oposición se preocupa solo de cosas menores. No obstante, los acuerdos respecto de la distribución del poder en ambas cámaras avanzan paralelos al establecimiento de acuerdos mínimos sustantivos. Es el caso de la reforma tributaria en que se ha logrado un acuerdo desde la DC al FA para buscar un consenso con el gobierno previo a la aprobación de la idea de legislar. Es también el caso de las conversaciones en torno a la reforma previsional, donde se coincide que el aumento de la cotización (esta vez con cargo al aporte patronal) tiene que ir asociado a la creación de un ente público que permita una real competencia con el sistema privado. Esto es un claro desmentido a que las iniciativas del gobierno no se analizan en su mérito. Por todo esto, es probable que en lo referente a la oposición veamos “muchos muertos cargando adobes”.

Contenido publicado en La Tercera.

Related Posts